miércoles, 7 de mayo de 2014

Festival Internacional de las Artes - Costa Rica

Retazos y recuerdos de mi paso por el festival 

Después de un año de no contar cuentos, la invitación a participar en el Festival Internacional de las Artes en San José, Costa Rica, me cayó como un regalo. El festival es uno de los más importantes de Costa Rica y lleva más de 20 años realizándose. Durante quince días cada rincón de la ciudad se llena de todo tipo de expresiones artísticas y la gente de San José tiene amplias posibilidades para elegir. Hay funciones de paga y espectáculos al aire libre, encuentros en la calle con mimos, títeres y payasos, venta de artesanías y comida de otros países, conciertos de todo tipo de música, circo, y claro, cuentacuentos.

Una gran parte del festival se lleva a cabo en el Parque La Sabana que se cubre de carpas cirqueras, cada una ofreciendo un encuentro distinto con las artes. El parque se llena de familias, parejas, amigos, niños, jóvenes, viejos... todos se llevarán algo interesante a la vuelta a su casa. El simple paseo por el parque es una experiencia artística en sí misma pues los organizadores han decorado los árboles y los espacios libres para que en verdad parezca una fiesta.

El árbol que se encuentra junto a la carpa de los cuentos está tapizada de pájaros de papel y pequeños espejos que capturan las últimas gotas de luz del atardecer. La gente está sentada gozando el espectáculo de marionetas que viene desde República Checa. La sutileza de las marionetas, aunado a la maestría con que las manipula Pavel Vangeli y la magia y humor que le imprime con las canciones, van atrayendo a más y más personas que se quedan de pie para no perderse el espectáculo.

Cuando subo a la tarima me acompaña Estefanía Carvajal, intérprete de lengua de señas, que irá traduciendo los cuentos que narro. Es la primera vez que me encuentro con algo así. Y a pesar de que no hemos ensayado los cuentos ni hemos conversado previamente, puedo percibir cómo Estefanía va traduciendo al mismo ritmo que yo voy contando. Capta las palabras con una rapidez impresionante. Su gestualidad y su capacidad de traductora es tal que al ver las fotografías parece como si estuviéramos contando al mismo tiempo. Como si en efecto fuéramos dos narradoras contando el mismo cuento. Como si lo hubiéramos ensayado. Casi no hay demora entre lo que yo termino de narrar y lo que ella empieza a traducir. Una danza fluida entre dos lenguajes que se conjugan para expresar una misma historia.

El último día del festival recibe a miles de personas y la carpa "Había una vez..." se encuentra repleta. Los asistentes aplauden con emoción y despiden con nostalgia a las marionetas de Pavel Vangeli. Al subir al escenario me siento invadida por la emoción y la adrenalina de contar ante un público tan nutrido. En muy pocas ocasiones he visto a tanta gente reunida para un espectáculo de cuentacuentos. No sólo es emocionante sino electrizante.

La función que llevo para el cierre del festival se titula Cuentos Viajeros y consiste en un viaje narrativo a través del continente latinoamericano. Los cuentos que ahí narro fueron recogidos durante un viaje de un año que realicé junto con mi esposo desde México hasta la Patagonia.  Al ir contando mis cuentos van apareciendo en escena los personajes: Itzel, convertida en pájaro... una roca soñadora...una tortuga pertinaz...  unos ladrones bienintencionados... y Shushu, la mágica niña mapuche que después de una larga odisea en el bosque se recupera a sí misma y adquiere la sabiduría necesaria para convertirse, al paso de los años, en una poderosa chamana. Este es uno de mis cuentos preferidos y trato de contarlo siempre al final de un espectáculo, cuando el público ya se ha convertido en mi cómplice y está dispuesto a creer que ahí, en escena, se está llevando a cabo un poderoso embrujo. Cuando el público ya ha aprendido a ver sin ver. Esa es la magia de la narración oral: conseguir que en un escenario vacío se dibujen las escenas de los cuentos.

Pero la magia de una función de cuentos no queda únicamente en la tarima. Se traduce a lo que mueve en el corazón de los espectadores. Como narradora es un privilegio cuando alguien del público se acerca para contarme lo que le sucedió al escuchar mis cuentos. En este caso, se acercó una señora con su hija.  La niña le había pedido a su madre que la llevara a conocer a la cuentacuentos.

Cuando le pregunté a la niña cuál había sido su cuento preferido ella me respondió que el cuento de la niña mapuche. Me detuve a mirar su carita, con el pelo lacio y oscuro enmarcándole los ojos negros, y estaba a punto de comentar: "tú te pareces a Shushu, la protagonista del cuento" cuando su madre se me adelantó para explicar que ellas eran chilenas y la niña tenía un nombre mapuche. La niña, con una sonrisa tímida, clavó su mirada en mis ojos. No tuvo que explicarlo. Entendí lo que había significado para ella encontrarse con una heroína mapuche en medio de un parque costarricense. Comprendí la emoción de verse reflejada en las aventuras de una niña como ella.

Ese es el encanto de los cuentos. Poder tocar el alma de otro. Inspirar. Conmover. Acompañar. Brindarle por un instante un par de alas a una niña para que pueda viajar hasta los bosques de sus ancestros y encontrarse con el espíritu de una leyenda.







viernes, 30 de agosto de 2013

Lo que nos enseñan los cuentos


"El unicornio es el animal más tímido que existe y se sabe poco de sus costumbres. Mas basta que una doncella se interne en el bosque para que se ponga a seguirla en secreto. Cuando la doncella se sienta a descansar, el unicornio se acuesta a su lado y se queda dormido sobre su falda. Qué pasa entonces entre ellos, nadie lo ha contado hasta hoy. Los cuentos nos enseñan a no querer saberlo todo. Son el círculo encantado que protege los pequeños misterios de la vida".

Del prólogo de Una casa de palabras; en torno a los cuentos maravillosos, de Gustavo Martín Garzo.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Presentando "Clara se escribe con K"

Algunas imágenes del domingo durante la presentación del libro "Clara se escribe con K" en la Librería Porrúa de Parque Duraznos. 


Edmée Pardo y Alicia Zappi, las dos presentadoras. 

El hermoso espacio de la librería Porrúa

Junto con Leopoldo Orozco, de Porrúa, moderando la mesa.

Firmando libros